Cartagena de Indias, el puerto de la apertura

Revista de la Cámara de Comercio de Cartagena, 1994

Cuando Don Pedro de Heredia, el osado conquistador español, tomó la decisión de fundar una ciudad donde antes ya existía un poblado indígena de nombre Calamary, lo hizo con el único y claro propósito de establecer una puerta de entrada en tierra firme para el país, entonces en cierne, que más tarde vino a llamarse la Nueva Granada. La escogencia de don Pedro resultó tan acertada, que la ciudad rápidamente creció y se vio favorecida con el comercio de los galeones que del Viejo Mundo traían mercancías y se regresaban con el oro y la plata que en el Nuevo Mundo conseguían. También sirvió Cartagena de gran auxiliar en el tráfico comercial con el Perú, a la sazón la colonia española más importante de la América del Sur.

Del éxito alcanzado se derivó que piratas y corsarios vieran a la joven ciudad como joya codiciada para sus rapiñas. Esto obligó a la Corona de España a construir una serie de obras de ingeniería militar que convirtieron a Cartagena en plaza fuerte.

Hoy, las fortificaciones que sobreviven dan testimonio de la grandeza de la ciudad en el período colonial. No solamente fueron los piratas los que asediaron a la ciudad y al puerto de Cartagena. Otras potencias europeas, en conflicto con España, enviaban sus armadas, ya no buscando una rápida rapiña, sino obedeciendo a planes muchos más ambiciosos de establecimiento.

Tal fue el caso del almirante inglés sir Edward Vernon, quién atacó a Cartagena en 1740 al mando de una imponente flota y numerosos soldados, dispuestos a tomarse a la ciudad por asalto. Como aspecto curioso, con Vernon vino un grupo de jóvenes norteamericanos, capitaneados por Lawrence Washington, hermano de Jorge, quien algunos años más tarde se convertiría en el libertador de los Estados Unidos.

La plaza estuvo a punto de caer en manos de los ingleses, pero finalmente, algunos sectores favorables a los defensores obligaron a los sitiadores a abandonar la empresa. De haber caído Cartagena ante el empuje de los británicos, es muy probable que nuestra historia hubiera sido totalmente distinta, y estas líneas seguramente estaríamos escribiéndolas en inglés. Iniciando el período de la República, las antiguas colonias españolas cayeron en fuerte receso económico. Las actividades de importación y exportación se mermaron tanto, que la vida portuaria de Cartagena sufrió grave deterioro. Al decaer el puerto, necesariamente tenía que caer el progreso de la urbe.

Con el propósito de garantizar el tráfico fluvial entre el puerto de Cartagena y el interior del país, el Gobierno nacional y el Estado Soberano de Bolívar firmaron un convenio con el ingeniero norteamericano Samuel McConnico, para construir un ferrocarril que viniera a unir nuestro puerto marítimo con el puerto fluvial de Calamar.

Para tal efecto se constituyeron en Boston dos compañías: “Cartagena Terminal Improvement Company” y “The Cartagena Magdalena Railroad Company”. Más tarde, para asegurar una flota fluvial propia, se constituyó una tercera compañía, denominada: “Compañía Fluvial de Cartagena”. Así, el muelle de “La Machina” fue inaugurado en junio de 1893, y toda la obra, incluido el ferrocarril, quedó lista en julio de 1894.

En 1926 otro acontecimiento viene a robustecer la vida portuaria de Cartagena. Se da al servicio el oleoducto Barrancabermeja/Cartagena, con estación terminal en el sector de Mamonal. Un muelle petrolero se construyó en dicha zona de la bahía de Cartagena. A partir de ese momento las importantes empresas norteamericanas Andian National Corporation y Tropical Oil Company, ambas subsidiarias del gran complejo petrolero Standar Oil Company, se asentaron en Cartagena. En 1930 un pavoroso incendio redujo a cenizas el muelle de La Machina, por lo que el Gobierno nacional, presidido por el doctor Enrique Olaya Herrera, contrató con la firma norteamericana Frederick Snare Corporation la construcción de un moderno terminal sobre la isla de Manga.

El terminal marítimo de Cartagena fue inaugurado a comienzos de 1934. Para tal efecto se hizo presente el entonces presidente de la República, doctor Enrique Olaya Herrera. Pocos meses después nos vimos honrados con la visita del presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, quien llegó en barco de la Marina de Guerra Americana, en viaje de buena voluntad, a países de América Latina. El presidente Olaya Herrera se reunió con el mandatario estadounidense en la ciudad de Cartagena.

En la década de los años 50 algunas obras fundamentales vienen a favorecer la vida portuaria de Cartagena. Se lleva a cabo un dragado y rectificación del Canal del Dique por la compañía americana Standard Dredging Company, que viene a normalizar el tráfico fluvial. Se levantan los rieles del ferrocarril Cartagena-Calamar, que ya no se justificaba, y se termina el empalme de grandes carreteras nacionales, especialmente la llamada troncal de Occidente, que, de manera definitiva, une a la costa atlántica con el interior.

El terminal de Cartagena estuvo administrado por la compañía constructora hasta 1947, cuando pasó a manos del Gobierno nacional - Ministerio de Obras Públicas. Más adelante, en 1961, se constituyó la empresa estatal “Empresa Puertos de Colombia”, entidad que congregó todos los puertos colombianos.

Como resultado de la apertura económica, el Gobierno nacional presentó al Congreso un proyecto de ley, que una vez aprobado se convirtió en la Ley 1a. de 1991. Mediante esta ley se ordenó la liquidación de “Puertos de Colombia”, se creó la Superintendencia General de Puertos y se echaron las bases para la privatización, mediante la conformación de Sociedades Portuarias Regionales y la organización de compañías de operadores portuarios. A partir del 13 de diciembre de 1993, Sociedad Portuaria Regional de Cartagena S. A. recibió de la Nación, en concesión a 20 años, las instalaciones antes administradas por la Empresa Puertos de Colombia.

Dentro del nuevo esquema de trabajo se ofrece a los usuarios la posibilidad de trabajar los 365 días del año, las 24 horas del día. Los navieros designan libremente su operador portuario para el cargue y descargue de las naves. Se ha reforzado y tecnificado la vigilancia del puerto y se ha instalado una moderna red de computadores que permite gran agilidad en la información, para la liquidación de facturas y entrega de cargamentos.

La Sociedad Portuaria Regional de Cartagena tiene en ejecución un ambicioso plan de dragado del canal de acceso y zonas aledañas al terminal, ampliación de muelles, incremento de áreas para el almacenamiento de contenedores y modernización de sistemas. Recientemente fue importada de Alemania una moderna grúa Gottwald, con capacidad de 100 toneladas. Es una grúa móvil que se desplaza sobre neumáticos, de gran versatilidad.

Aunque nuestra finalidad principal es el recibo y despacho de naves mercantes y la atención de los cargamentos transportados, la Sociedad Portuaria, consciente de la importancia que el turismo representa para Cartagena y para el país, ha adecuado una zona del terminal para la atención de buques de turismo y de los pasajeros que llegan a visitar los sitios de interés turístico, comercial e histórico.

En el mes de diciembre debe iniciarse un tráfico muy significativo para América. El “Crucero Express”, que unirá a Colón con Cartagena tres veces a la semana, constituye el sueño ambicionado por muchos años. Los pasajeros podrán viajar cómoda y placenteramente con sus automóviles y equipajes. De hecho, el Tapón del Darién quedó de lado y los habitantes de las tres Américas podrán reunirse sin cortapisa por conducto de este magnífico plan.

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